Moriste por mi


¡Tu moriste por mí Dios,!
en esa cruz, encarnecido,
te llevaste mis dolores, mis tristezas,
mi soledad y mis quebrantos.
Ahora soy tuya y Tu eres mio,
somos uno solo por la eternidad,
Tu vienes y me secas las lágrimas
me acaricias y sanas las heridas
y en las noches oscuras del alma,
pones tu manto en mis hombros,
abrigas mis emociones,
lloras y ries conmigo,
me corriges con amor santo.
Tu paciencia es infinita Dios amado,
que no alcanzan las palabras
para expresar lo que nos entregas,
así, tan libre, tan completo,
que mi orgullo se derrite,
mi altivés desaparece,
mi soberbia se humilla,
ante Tu gran amor.
Dios mío....te amo tanto,
que sólo deseo agradarte,
pero muchas veces esta carne,
orgullosa y altiva,
se levanta contra tus preceptos
y me encuentro llorando
arrepentida ante Tus plantas.
Déjame sentir Tu Presencia,
límpiame cada día más de mi maldad,
ya que ningún ser humano
podrá justificarse ante Tu Presencia.